Monday, February 2, 2009

Post it

*Cuando te conocí escribí tu nombre en un post-it y lo enganché sobre mi corazón, como quien rotula una caja con su nombre durante una mudanza, como cuando éramos pequeños y llevábamos bordado en la bata del colegio nuestro nombre. Así, así quedó tu nombre grabado en aquel post-it sobre mi corazón, sobre mi corazón porque al fin y al cabo era el tuyo.Durante varios años no se cayó, aquí en mi pecho estuvo pegado el post-it. Años pegado sin caerse; no sé si se mantuvo porque cada mañana yo le pasaba dulcemente el dedo por la parte superior, por esa que tiene la pega, o porqué, al contrario de todos los demás post-it este no estaba destinado a acabar en el suelo olvidado con la parte de la goma ennegrecida, llena de pelusa y ya nada pegajosa. Sea como sea, Años duró pegado a mi.Una mañana al despertarme me llevé la mano de forma rutinaria al pecho para pasarle, como hacía cada día, el dedo por la parte superior pero el post-it ya no estaba. Ni entre las sabanas, ni bajo la almohada, ni siquiera a los pies de la cama con la parte de la goma ennegrecida, llena de pelusa y ya nada pegajosa. El post-it ya no estaba, simplemente había desaparecido.Corriendo fui a llamarte y tras tres tonos y cinco segundos que a mi me parecieron cinco eternidades tú me dijiste que habías sido tú quien había despegado el post-it de mi corazón, “lo he puesto sobre esas cajas que hay en la entrada, iré mañana a buscarlas”. Y era verdad, allí sobre aquellas cajas que contenían tus cosas mi post-it restaba solo y arrugadillo como si de una pasa se tratase. No sé si lo utilizaste como una forma de poner punto y final a nuestra historia o si es que de lo perro que eres te dio pereza escribir y se te ocurrió la idea de robármelo de mi corazón y ponerlo sobre las cajas, sea como fuese, allí, desentonando sobre el marrón, preguntándose ¿qué hago aquí?, mi post-it, que llevaba escrito tu nombre, dejó de ser mío.Dos meses más arrastré el vicio de pasarme el dedo sobre el corazón como para querer pegar el post-it y todas las veces durante esos dos meses me encontré con que el post-it ya no estaba y que era inútil ese movimiento de izquierda a derecha y de derecha a izquierda para cerciorarme de que no se iba a caer. Fue también durante esos dos meses que tuve que soportar la eterna retahíla de mi madre diciéndome “el tiempo todo lo cura, el tiempo todo lo cura” hasta que una tarde, harta de oírla siempre entonar la misma canción, le solté a bocajarro que este era uno de esos temas que no pueden arreglarse con una sola frase y muchísimo menos con un post-it.No fue hasta el martes que me enteré que tu actual novio te estaba poniendo los cuernos. coincidencias de la vida, que nos encontramos en aquella fiesta donde tú, acompañado del brazo de tu nuevo novio, sonreías ajeno a lo que por aquel entonces ya todos sabían. Te sorprendió que en aquel encuentro me mostrase tan simpático, te lo noté en la mirada, y te sorprendió que le riera las gracias a tu nuevo novio con esa risa tan sincera de cuando lo estoy pasando bien y por un segundo dudaste en si era verdad que me lo estaba pasando tan bien como parecía. Te sorprendió, confiésalo, te sorprendió el abrazo tan efusivo y la palmadita en la espalda que te di al despedirnos y te sorprendió la cara de satisfacción que me viste cuando te alejabas, girando la cabeza atrás, con tu nuevo novio del brazo. El post-it que en aquella palmadita te enganché a la espalda cayó unos segundos más tarde al suelo sin que apenas nadie pudiera leerlo pero eso si, pensé, los cuernos ya no tienes quien te los despegué. A partir de ahora siempre dudarás cuando alguien te dé una palmadita en la espalda.Ah, y por cierto, sobre mi corazón he puesto un nuevo post-it, un nuevo post-it donde lo único que puede leerse es; “yo”.

No comments:

Post a Comment